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El final que te hizo florecer.

Te encontrás en ese momento, el aire parece haberse ido de tu ser, tu corazón dejó de bombear sangre, tu mente (después de mucho tiempo) quedó en blanco; no estabas lista para esto, nadie te había dicho cómo reaccionar, es que nunca te había pasado, sabías de que debía pasar pero no cómo, mucho menos cuándo, a qué hora, qué ibas a llevar puesto, cómo te lo iban a decir.... vos sabés de lo que hablo. Te abruma porque muchas veces creíste haberte encontrado con la representación misma del dolor, de la tristeza, de la impotencia ante no saber qué hacer, pero todo eso es risible si lo comparás con esto, con el despertar sin una parte de vos, sin una parte de tu existencia (que no ha sido tan larga pero la has disfrutado). La definición que la medicina aporta de muerte es: " el fin de la vida", pero ¿qué quieren decir? si vos estás sintiendo la presencia de esa parte de tu ser, hoy más fuerte que nunca, como si la hora de la muerte, la declaración de un médico, el cuerpo helad

La carta

Llego a la estación de tren y al revisar mi billetera encontré una carta que vos escribiste hace algunos veranos; nostalgia, alegría, enojo, libertad; son algunas de las emociones que se apoderan de mí, pero después de leerla simplemente la rompo y busco el basurero más cercano. No me quiero deshacer de vos (no se pueden botar 20 años) sólo seguir y encontrar respuestas, encontrar las partes que la vida me ha arrebatado de lo que solía ser. No me voy de viaje para hablar de vos, es que sentí que el corazón se me detuvo en el instante que realicé cuánto tiempo tenía de no disfrutar un rato en el parque, en el teatro, escuchando música, andando en bicicleta, hablando con desconocidos en el metro; nadie me llevó a esto, creo que fue el resultado de los años que me olvidé de soñar y me conformé con pasar el día y tratar de sobrevivir. Después de romper la carta como un ritual de abandonar el pasado, subo al tren que me llevará al pueblo   más escondido de la ciudad (ese del que he

Vos podés...

Vos podés levantarte mañana por la mañana y sentir que no querés seguir en el mismo lugar, podes tomar una ducha de cinco minutos o de dos horas, podes tratar de decidir qué te pondrás, mientras suena tu canción favorita y perdés el control, podés maquillarte de una manera impecable o decidir que tus ojeras son el accesorio perfecto. Podés tomarte un café o una cerveza por la mañana; y también, podés elegir qué mensajes vas a contestar y cuáles borrarás sin leer, podés salir de tu casa con una sonrisa o con la cara larga, si tenés ganas de irte caminando a tu trabajo, no hay ningún problema; puede ser que los audífonos sean tu escape de la realidad o que te sobren ganas de hablar con tus compañeros del trabajo. Cuando decidiste que no querías seguir en el mismo lugar, es porque te diste cuenta que tenés el poder de irte, de meter tus cosas en una maleta y comprar un boleto de avión, podés conocer una ciudad y sonreirle a un tipo guapo en la calle. Al llegar al hotel, podés arreglar

Olvidar ausencias

Cincuenta años atrás conocí una mujer que medía un poco más de un metro y todos los días al salir de camino al trabajo la veía en la estación del tren, siempre arreglada y sus mejillas rojas como la cereza, la boca perfectamente delineada; pero la mirada, esa siempre triste, siempre perdida, siempre desolada, siempre extrañando; quien sabe cómo pudo llegar a sufrir tanto, o a lo mejor ni siquiera sufría por estar pensando en todo aquello que le hacía falta. Era un ser que despertaba tantos textos, canciones, poemas y vaya saber cuántos misterios más, pero un martes yo perdí el miedo de acercarme a ella, pues había escuchado que esa mujercita podía matar con la mirada y que ya varias decenas de seres humanos habían sido alcanzados por su rabia.  Me acerqué y le pregunté: ¿Puedo sentarme junto a usted? Y ella respondió: Pues si no te da miedo, querido, he notado que llevás más de treinta minutos viéndome y no es la primera vez que estás acá, ¿qué querés saber? Me congelé porqu

La despedida

*¿Dónde andabas? - ¿Yo? En ninguna parte, sólo estaba ahí en el jardín fumándome un cigarro, pensando e imaginando tonterías. *Pero eso es lo que hacés todo el tiempo ¿no te aburrís? -Es imposible aburrirse si todo el tiempo estoy pensando algo diferente, ¿querés que te cuente lo que estaba pensando hoy? *Dale, tal vez se me contagia lo relajado -Mirá,   es que desde hace varios días me puse a pensar que no soy el mismo que hace un año, sufrí demasiados cambios y eso me hace darme cuenta que es momento de algo más, de caminar en otra dirección; nada en la vida me causa más fobia que la costumbre y la comodidad; tengo muchos sueños y a veces siento que no todos llegarán a cumplirse. -Pero, ¿por qué llorás? Si te estoy contando algo sencillo. *Es que no te imaginás todo lo que he pasado en estos meses, es como si fueras otro, como si no tuviera nada en común con vos, como si fueras un desconocido: quizás estaba acostumbrado a resolverte la vida y a

Viendo las risas pasar.

Esta es la historia de una mujer cuyo nombre ignoro por completo, pero que me dio una de las mejores lecciones de mi vida. Era domingo por la noche, y yo me encontraba en un lugar cuyo nombre no haré público por respeto a algunas personas; había frente a mí una pareja sosteniendo lo que parecía una pelea de alto calibre. Ella, con los ojos llenos de lagrimas le expresaba a él lo inconforme que se sentía desde hace algún tiempo con lo que ellos tenían y él mantenía una mirada de niño regañado perdido en la boca (de ella) y por momentos sonriendo a causa de los nervios que invadían cada centímetro de su ser. Yo trataba de disimular mi intromisión pero me resultaba casi imposible pues estaba totalmente identificada con el carácter de esta mujer que en el momento estaba descontrolada. “Es que vos no entendés lo que significa para mí tener que dar mi brazo a torcer en ocasiones como esta siento que en ningún momento cuenta lo que yo quiero decirte; sé perfectamente que vos querés que c

Como quien quiere ser feliz.

- ¿Vos te acordás de aquel parque al que íbamos cuando éramos niños? *¿En el que vos te caíste y me culpaste a mí? ¿Cómo olvidarlo? Si por tu culpa me castigaron y no me dejaron salir ese fin de semana con mis amigos a jugar. -Deja los resentimientos, es que te pregunto porque quiero contarte algo que me pasó, no sé si es mi imaginación, pero creo que hoy conocí a un ser mitológico. No me hagas esos  ojos, tenés que escuchar esto, y vas a ver que tengo razón. * A ver, contáme hermanita… ¿Con que conociste a una sirena o a un unicornio? -Sos tonto, te quiero contar porque me enamoré, creo que a primera vista o no sé si a segunda, o a tercera… NO SE *No seas dramática, te escucho, sólo quería enojarte. -Es que mira, yo hoy en la mañana salí a caminar porque me sentía sofocada de estar acá en la casa, y me acordé de ese parque, quise ir a buscar a una anciana que acostumbraba estar sentada allí bordando noche y día. Llegué y resulta que no estaba ella, pero me senté en una