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Mostrando entradas de 2013

¡Se lo prometiste!

Le dijiste que te morías por verla, ella sonrió al leer eso de ti; no dudó ni un solo segundo en contarle a su mejor amiga lo que había pasado, con la inocente ilusión de que compartiéndolo con alguien te ataría a actuar como un caballero (quizás dudaba en el fondo). Se tardó en responder, porque no quería parecer desesperada; pero, en ese tiempo revisó su armario entero y probó cinco peinados diferentes para verse guapa, si, para ti. A las tres de la tarde con cincuenta y cinco minutos ( tres horas después de que le escribiste), te respondió aparentemente fría, siguiendo consejos de todas las amigas a las que les había contado de tu aparición misteriosa; a lo mejor su indiferencia te provocó mayor interés en verla, y no tardaste ni diez minutos en proponerle que se encontraran en aquel mismo café, donde un día viéndola a los ojos le dijiste que su risa era tu melodía favorita, ese mismo café en el que robaste de su boca un beso y miles de sonrisas; ella, volvió a tardarse en darte u

Mi subversivo viejo.

subversivo , -va   adj.  Que pretende alterar el orden público o destruir la estabilidad política o social de un país. Mi viejo (sin ofensas), es que este adjetivo lo define  la perfección. Ustedes no lo conocen, pero les haré el favor de contarles un poco de él, sin caer en el sentimentalismo de una nieta que describe a su "super abuelo". Resulta que hace sesenta años en un pueblo del sur de algún país que no pretendo mencionar (evito caer en controversias de política y otras chatarras) nació de una guerrera un pequeño duende que más adelante decidió volar a la ciudad; porque, se le metió en la mente una locura de ser doctor, y lo logró; en medio de una absurda guerra, se extendió su tiempo de estudio; pero en fin, no quiero contarles un diario de él, sólo es para que me entiendan cuando lo llamo subversivo, para que se rían cuando les cuento que en medio de la misma guerra absurda, escuchaba "radio venceremos" a todo volumen en las noches de cualquier mes. No lo

Mi madre me dijo un día.

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Casi tan repentino como ver a Júpiter al lado de la gloriosa luna fue este consejo de mi madre, me dijo que no abandonara mis sueños, que volviera a escribir, que hiciera el esfuerzo por dar a conocer mis talentos porque de lo contrario, iba a lamentarlo al ser mayor; pero, ¿y si ya soy mayor? me pregunté yo instantáneamente.  Pues este blog no es mi diario, ni siquiera todas las cosas que he publicado me han pasado; no he tenido un amor a distancia(no he pasado de Honduras); pero la verdad esa mujer de treinta y siete años me dijo lo que necesitaba escuchar. Nunca ha sido lo mío enfocarme en lo que los demás piensan de mí, lo argumento con un: "no me dan de comer", y es literal, pero acá voy de nuevo. Me vuelvo a subir a mi ola, aunque ni siquiera sé surfear.