Mi madre me dijo un día.

Casi tan repentino como ver a Júpiter al lado de la gloriosa luna fue este consejo de mi madre, me dijo que no abandonara mis sueños, que volviera a escribir, que hiciera el esfuerzo por dar a conocer mis talentos porque de lo contrario, iba a lamentarlo al ser mayor; pero, ¿y si ya soy mayor? me pregunté yo instantáneamente. 
Pues este blog no es mi diario, ni siquiera todas las cosas que he publicado me han pasado; no he tenido un amor a distancia(no he pasado de Honduras); pero la verdad esa mujer de treinta y siete años me dijo lo que necesitaba escuchar. Nunca ha sido lo mío enfocarme en lo que los demás piensan de mí, lo argumento con un: "no me dan de comer", y es literal, pero acá voy de nuevo. Me vuelvo a subir a mi ola, aunque ni siquiera sé surfear.

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